LOBO IBÉRICA

El lobo ibérico es una subespecie de lobo endémico de la Península Ibérica, siendo el mayor carnívoro existente en este territorio.

Posee cabeza grande y maciza, con orejas triangulares relativamente pequeñas, ojos oblicuos de color amarillento y un hocico que presenta unas manchas blancas en los belfos denominadas “bigoteras”. Sus patas son largas y resalta el poderío de los cuartos delanteros en relación a la grupa, levemente caída.

Su pelaje es heterogéneo, de tal forma que se describen unas franjas longitudinales oscuras o negras cubriendo la parte anterior de sus dos patas delanteras, una mancha oscura a lo largo de la cola y otra mancha oscura alrededor de la cruz a la que se le conoce como “silla de montar”. El conjunto de estas marcas o manchas oscuras, son las que le han dado el nombre «signatus» a esta subespecie de lobo, puesto que signatus en latín significa “signado” o “marcado”.

Los lobos viven en manadas jerárquicas de entre cinco y diez miembros, cifra que varía según la cantidad de alimento que haya en su territorio. Cada manada de lobos tiene su territorio, que marca con señales olfativas como orina y excrementos para mantener alejadas a otras manadas. Las manadas suelen estar formadas por una pareja reproductora y sus hijos subadultos, existiendo una rígida jerarquía por sexos. Encontrando así un macho y una hembra dominantes, que son los únicos que tiene cachorros en el grupo.

Tienen una vista increíble, percibiendo con claridad las distancias y el relieve, un oído muy agudo y un gran olfato, lo que posibilita que puedan cazar tanto de día como de noche.